“Me siento
violento y
feroz cuando te miro y
sonríes. Quisiera arrancarte la
risa a bocados, disfrazarme de vampiro, pedirte que te sientes en otra mesa para abordarte como aquel primer día, convencerte de que me sigas al
baño, a cualquier parte, admitirte de entrada que no se me da bien esto de hacer
feliz a una mujer hambrienta. Me pongo a temblar de puro
miedo cuando te observo dormir con tu sueño agitado e inquieto. Sabría reconocerte con los ojos
cerrados. Me
aterra la idea de que te
marches y no vuelvas”